27
Dic
2010
Ella
Le gustaba susurrarme al oído, pero yo al principio no la escuchaba.
Siempre pensaron que yo era especial, y al final esa especialidad me hizo temida.
Ella me enseñó que los peces de colores pueden volar, y yo la creí.
Poco a poco me fui acostumbrando a las miradas y los susurros, no me importaban siempre que ella me acompañara.
Me sentía fuerte, valiente y capaz a su lado. Ver el mundo a través de sus ojos fue lo mejor que me había pasado, o eso pensaba yo.
Luego llegaron ellos, con su aura de blancura que todo lo inundó.
Cada día la escucho más lejana… su voz se debilita y yo me siento sola y perdida.
La callaron con pastillas. Yo no quería.
Me pregunto si volveré a verla… la echo de menos. A mi amiga Delirio.
3 comentarios
No te preocupes. Tu amiga... sí, ya sabes, la del pelo multicolor, medias de rejilla y mariposas a su alrededor... volverá algún día. Siempre lo hace 😉 Buen post.
¿Y tu te pensaste lo de crear un blog? Anda ya. Cada día te superas a tí misma. Muy bueno, si señor me ha encantado la forma de enfocarlo y coincido con Freakstein en que tu amiga volverá algún día porque si no vuelve estarás vacía. Saludos
Todos llevamos una Pippi Långstrumpf en nuestro interior, pero a ti nadie puede hacerte más especial de lo que ya eres.
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